miércoles, 13 de junio de 2007

EL MOVIMIENTO ECOLOGISTA FRENTE A LA IDEOLOGÍA NEOLIBERAL.

Por María Elena Correa.

Es para muchos(as) conocido las conse-cuencias que ha traído el sistema neoliberal tanto para las economías emergentes como para los países desarrollados, pobreza, degradación medioambiental, aca-paramiento de riqueza, aumento de las desigualdades socioe-conómicas y marginación social, además de una serie de consecuencias económicas y sociales que no han pasado inadvertidas para nadie en este planeta.

La grave crisis ecológica que nos afecta en nuestros tiempos es consecuencia de la implementación del capitalismo como modelo económico, sistema que evolucionó con el surgimiento de un nuevo pensamiento económico, Neoliberalismo, de la mano de su ideario, Milton Friedman. Esta corriente neoliberal se hizo parte de los sistemas políticos-económicos de los países de América Latina en la década de los 80’s, cuando la crisis de la deuda puso en jaque la estabilidad macroeconómica de los países de la región y los gobiernos optaron por la reforma del Estado bajo la inspiración de este modelo y el conservadurismo político. Así se potenció un Estado mínimo, despojado de su rol planificador, proveedor de servicios públicos, redistribuidor de riquezas y beneficios sociales y mediador en los intereses y los conflictos sociales. Por su parte, la reforma conservadora del Estado disminuyó los espacios de participación, transformó las decisiones políticas en decisiones técnicas y disoció así los aspectos políticos de los problemas sociales[1].

El malestar social frente al modelo, y consecuentemente frente a las potencias económicas que fomentan su implementación, configuró el surgimiento de un nuevo movimiento social, el ecologista. Desde fines de los años 60’s, en países cómo Estados Unidos y Alemania, las corrientes “verdes” iniciaron el camino de lucha contra las formas de producción y degradación ambiental que estás conllevan. El movimiento ecologista, busca transformar la conducta humana hacia el medioambiente, pasando de una lógica de dominación, apoderamiento y destrucción a una lógica de convivencia con el entorno, donde el uso de los recursos naturales sea de manera racional –entendiendo que el ser humano forma parte de un ecosistema y por tanto, hay una relación de igualdad con las otras especies que habitan el planeta- y con una perspectiva local y largo placista, esto implica considerar los efectos de las acciones humanas sobre la biodiversidad.

Los movimientos sociales, incluido el ecologista, han apuntado sus dardos hacia el modelo y hacia quienes lo promueven (G-8) cómo la panacea a los problemas de subdesarrollo que viven los países del sur. Esta promoción del modelo le fue encargada a organismos supranacionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, quienes dieron y dan las pautas de acción a las economías emergentes, en contraprestación al otorgamiento de créditos. Es así como bajo los Programas de Ajuste Estructural, se recomendó la adopción de principios basados en la eliminación de la función económica y social del Estado, privatización y apertura a los mercados externos. Si bien estas pautas no son finalmente la causa de los problemas de los países subdesarrollados, claramente si han contribuido al agravamiento de ellos.

Quienes han seguido estas directrices de acción han debido “arrasar” con los recursos naturales en un afán de aumentar las exportaciones que permitan compensar las importaciones, así las grandes potencias se llevan las materias primas y los recursos naturales de las economías en desarrollo y a cambio envían productos manufacturados, orientados principalmente al consumo. Que nos ha quedado, una amazonía reducida, un aumento de la desertificación, avance del desierto debido a la tala indiscriminada de bosque nativo, suelos fragmentados, contaminación de las aguas, y un sinnúmero de problemas medioambientales que afectan fuertemente a las comunidades más pobres, de los, valga la redundancia, países más pobres. Nuestro país, que también adoptó y ha mantenido el modelo, actualmente enfrenta problemas medioambientales que se reflejan en el aumento del desierto -que hoy ya llega la región del Libertador Bernardo O’Higgins-, disminución del bosque nativo, desaparición de especies endémicas, contaminación atmosférica e hidrográfica, desertificación, destrucción de hábitat, además de los problemas causados por las principales actividades económicas del país, que de paso constituyen los mayores ingresos por exportaciones, cómo lo son la minería (daños a las cuencas hidrográficas, principalmente por los tranques de relaves), pesca (daño al fondo marino por la producción de salmones), sector forestal (disminución de bosque nativo, deterioro del suelo por monocultivos, desaparición de especies nativas), entre otros.

Los movimientos ecologistas no se oponen a la ideología neoliberal per se, los actuales fenómenos naturales no son consecuencia del funcionamiento normal de la naturaleza, son consecuencia de un accionar humano que no ha considerado los impactos ambientales de los procesos productivos y sobreutilización de los recursos naturales. En el afán de dominar los procesos productivos y con ello la naturaleza se ha alterado el normal funcionamiento del ecosistema, la ganadería intensiva, la producción forestal a través de monocultivos, el fuerte uso de pesticidas, hormonas y antibióticos en la producción de alimentos que permitan reducir los costos y acelerar la producción, entre muchas cuestiones más, no han pasado desapercibidas para la biodiversidad planetaria, la capacidad de carga del ecosistema ya ha sido sobrepasada. Por supuesto pensar que el mercado solucionará estos problemas es igual de iluso que creer que el mercado es un eficiente asignador de recursos. La mano invisible de Adam Smith, claramente no tiene nada que hacer frente a cuestiones cómo la desertificación, pérdida de biodiversidad, calentamiento global o el debilitamiento de la capa de ozono.

La ideología neoliberal ha provocado que los países subdesarrollados hipotequen lo único que tienen, biodiversidad, con el único propósito de comprar el desarrollo.

Es necesario generar un cambio en las formas de relacionarse con el ecosistema, los seres humanos somos un elemento más dentro de este sistema, y claramente pensar en “dominar la naturaleza” no es el camino correcto, debemos encontrar la forma de relacionarnos y convivir con la otras especies de la manera más armónica posible, otorgándole a cada una de ellas el espacio que se merece. En esta aspiración al desarrollo es importante establecer que tipo de desarrollo queremos lograr y bajo que ideología llegaremos a él. Ello implica replantearse el rol del Estado y del mercado, es decir, dejar atrás el modelo neoliberal. En ello, debemos transformar los sistemas de producción y consumo, y nuestra forma de organización social y vidas personales por estrategias que sean sustentables en la utilización de los recursos -esto implica utilización de recursos renovables y una extracción que no supere la renovación de estos-, potenciando la localidad en los sistemas de producción –las mayores distancias encarecen los productos y van dejando una huella ecológica por la utilización de combustibles y los traspasos de un punto a otro-, e implementar modelos de producción limpia que permitan reducir residuos y reutilizar los generados. Debemos minimizar el rol del mercado, potenciando el accionar del Estado como agente planificador e implementador de políticas públicas, proporcionador de servicios básicos, asegurando a la vez calidad de vida para las personas, ello incluye proteger el medioambiente y procurar la preservación de la biodiversidad local y planetaria.

Bibliografía.

¨ Contreras Rodrigo, Los principios del modelo neoconservador de gobernabilidad aplicado en América Latina durante los 90.
¨ Giddens Anthony, 1994. Más Allá de la Izquierda y la derecha, el futuro de las políticas radicales, Ediciones Cátedra.
¨ Naess Arne, Los Movimientos de la Ecología Superficial y la Ecología Profunda: un resumen, (traducción realizada por Ricardo Rozzi,- IEB- 2007).
¨ Lynn White Jr., Raíces históricas de nuestra crisis ecológica (traducción realizada por Ricardo Rozzi -IEB-, 2007)
¨ Manzur María Isabel, 2005, Situación de la Biodiversidad en Chile: desafíos para la sustentabilidad, Programa Chile Sustentable, 208 p.
¨ Castells Manuel, 1999. Globalización, identidad y Estado en América Latina. Ponencia preparada para el Programa de la Naciones Unidas para el desarrollo, Sede de Chile.
¨ Castells Manuel, El reverdecimiento del yo: el movimiento ecologista, en http://www.mapuche.info/mapuint/castells9800.html

[1] Contreras Rodrigo, Los principios del modelo neoconservador de gobernabilidad aplicado en América Latina durante los 90.

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